Ik ben niet langer bang: liefde vecht met niemand, en wie ermee vecht ... wordt verliefd, heh heh heh. ™

This is a 2.021 text... Love, old and emocionally true...

Asomarse al infinito, por ejemplo, es elegir cualquier elemento del espacio, de la materia y del tiempo y contemplar aquello: allí, también reside el infinito. Esa, es una parte insustituible de aquel, y en sí misma esa parte, es un infinito por sí, de sí y para sí. He allí que nos asusta, o nos emociona, la idea de la infinitud: viene a implicar que "todo es lo mismo", y ello aparentemente de acuerdo a la noción finita en la que algunas culturas y lenguas tienen constructos axiomáticos ontológicos de origen, "no es cierto", y entonces aquellas culturas o lenguas que vierten toda la inteligibilidad de la percepción sobre aquello que es cierto o no, pues se quedan con su versión de aquello creen poder "contar o medir"; lo finito, y deciden, o acaso por accidente tal, omitir el resto de la totalidad de la percepción en que fracasa cualquier intento se ha hecho por "comprender qué es la creación o por qué estamos aquí": he allí el aporte para la completud del sociego cotidiano, que, nosotras algunas culturas decidimos o por accidente o heredad, asumimos con aquel derecho básico nos legaron nuestres ancestres: EL DERECHO A CONTEMPLAR LA CREACIÓN. Y quizá, así, tener ese encuentro íntimo con aquel origen de todo, o aquel destino de todo, en que poray podamos solventar ese eco insondable que nos retumba en la conciencia si nos hacemos preguntas que, simple y humanamente, no tienen respuesta.


Asomarse al infinito: EL DERECHO A CONTEMPLAR LA CREACIÓN. ¿Por qué 249 años y 25 días después de la firma de la Declaración de Independencia de uno de los documentos fundacionales de la vida moderna; La Declaración de Independencia de Los Estados Unidos de América, todavía hay pueblos que siguen sobrenadando en el ámbito de lo finito y de lo humanamente imperfecto posible (que siempre deriva en brutalidad y tiranía sin la intermediación del amor) si ya hay testimonio vivo de un pueblo que se convirtió en ejemplo para miles de pueblos más, y ha demostrado de manera sostenida e ininterrumpida por dos centurias y media casi, o 1.100 años, depende desde dónde se cuente, que la especie humana proviene del infinito y que no le dabe nada a nadie, pues somos eco de la perfección y tenemos el de nacimiento derecho a ejercer la libertad que la creación nos legó al nacer?. Por la complejidad de ese infinito del amor nos surca y a ratos o frecuentemente nos pelamos con él, quizá esa pregunta no tiene humana simple respuesta...

¿Será que esos pueblos eligen a conciencia alejarse de la única certeza, que es el amor, y se aventuran a fundar cotidianidades alejados de la única cosa nos permite acceder a ese derecho nos legaron nuestros ancestros de poder siempre, a toda hora, en cualquier momento, sin miramientos ni excepciones ni excuas ni intermediaciones humanas, CONTEMPLAR LA CREACIÓN?. Por la complejidad de ese infinito del amor nos surca y a ratos o frecuentemente nos pelamos con él, quizá esa pregunta no tiene humana simple respuesta... Y entonces algunos, a costa de quizá equivocarnos, usamos nuestro ancestral derecho legado por el amor: PODER ELEGIR. 

No elijo más vivir con la mera posibilidad, ni siquiera por un instante, de continuar a expensas y expuesto a un ámbito de la realidad perceptible tenga alguna característica, o todas, en las que para ser o pertenecer "tengo que dejar de ser" para encajar o tener aprobación por instiuciones de origen humano, cuando a mi y a mi ancestralidad nos hizo una entidad que lo humano no es capaz de concibir.
No elijo más, vivir con miedo: eso no es vivir, eso es la muerte, y nuestras ancestralidades superaron aquella con el servivio a las otredades todas siempre sin excepciones en cualquier circunstancia.

De donde vengo yo, la gran obra de Los Padres Fundadores no ha llegado a arribo. Es, si acaso, un proyecto en construcción aplazada permanente, como esas autopistas en algunos tramos o estados, que  parece nunca las terminan de consruir, aunque siempre están en construcción...

Gracias al Comité de los Cinco, La Felicidad Humana dejó de ser de una vez y para siempre asunto de suerte, de herencia, de lucha, de razas, de grupos, de clubes: ES UN DERECHO NOS ASISTE POR SER. Hay un lugar del mundo; hay un sitio exácto de este Planeta, donde desde que le conocí, puedo ser: 58 Kent Blvd, Salamanca, New York, 14779. 

Allí vivo: es mi  hogar. Allí soy: es mi hogar. Allí no sufro discriminación por mi origen, ni por lo que creo, ni por lo que elijo, ni por cómo visto, ni por lo que opino o pienso: es mi hogar. A cada una de las entidades infinitas desde las ancestralidades me trajeron a la vida: GRACIAS. Gracias por haberme mostrado el camino, de la mano del amor, a que no hay otra manera de vivir que libre, ejerciendo el derecho perpetuo a poder contemplar la creación sin interpelación humana posible alguna. Y máxime, cuando la haya, que sea esa vez cuando alguien te saluda y decide tomarse, también, una foto contigo, para acompañar ese instante de la creación en que todos podemos ser en alegría y armonía si estamos sincronizados a la única respuesa posible a las incertidumbres a ratos nos poblan el pensamiento: EL AMOR.

Feliz Luna Nueva a todas las otredades participantes de las siembras y cosechas que alimentan estas territorialidades de amor y paz: este, de nuevo, pinta que será otro año más, de los infinitos que van, de abundancia nos obsequia la NaturAbuela. ¡Gracias!. 

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